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ENTRE PREGUNTA Y PREGUNTA

“El valor de una empresa es su futuro”

JORDI BLASCO Experto en fusiones y adquisiciones / El socio fundador de ArsCorporate considera que valorar una empresa a base de múltiplos de Ebitda “es como pintar un retrato con un rodillo”.“Será una cara,pero nunca un retrato”, concluye.
José Orihuel – Barcelona

¿Cuáles son los perfiles dominantes a la hora de comprar o vender una empresa?
Hay dos perfiles muy claros. Cuando te dan un mandato de compra, el cliente suele ser un ejecutivo de una empresa o de una gestora de capital riesgo. Si recibes un mandato de venta, lo habitual es que el cliente sea un accionista de la compañía, miembro de la familia fundadora. Es muy distinto trabajar con el comprador que con el vendedor porque en el segundo el componente emocional es mucho más importante.

¿Cuál suele ser la actitud de los dueños de la empresa familiar que quiere vender?
De cada diez compañías familiares, en siete u ocho casos los dueños son personas con poca formación financiera que confunden bastante los términos de las cosas. A menudo les cuesta asesorarse y vienen con una idea preconcebida que es necesario combatir: las empresas que están en venta, van mal; eso es lo que piensan el 90%. Es una idea superarraigada, que hace bastante año. Hay que decirles que si la empresa está mal, les pagarán una miseria por ella. A este tipo de vendedores potenciales les pido que en las dos primeras horas de conversación me den las malas noticias sobre su negocio.

¿Se encuentra en su trabajo con más clichés?
Sí. Otro consiste en pensar que, cuando una compañía compra otra, habrá despidos masivos. Eso es falso. En operaciones entre multinacionales puede ser cierto a veces si existen duplicidades, pero en el resto de los casos, no. Cuando alguien compra una empresa, está comprando su futuro. Con una operación de este tipo no se compromete el futuro de una empresa, sino que se garantiza. Tampoco es lo mismo que adquiera el negocio un comprador industrial que uno financiero. En el primer caso es más fácil que se busquen posibles ahorros. Pero hay una expresión que me parece horrible: sinergias de costes; si la oigo, me pongo a temblar, porque eso quiere decir que rodarán cabezas. Otro cosa son las sinergias de negocio; cuando una empresa es comprada por otra puede beneficiarse, por ejemplo, de una mayor gama de productos o acceder a mercados geográficos a los que no llegaba.

¿Con qué planteamientos erróneos se encuentra con respecto a la valoración de una empresa?
El asesor no profesional te habla siempre de los fondos propios, pero eso es el pasado. Como decía, cuando compras, lo que haces es comprar el futuro. Desde luego, si la compañía va bien, eso es importante y tiene un peso; en ese sentido, los fondos propios son un indicio de cómo podría ir la empresa en el futuro. Por eso usamos métodos de valoración dinámicos, como el descuento de flujos de caja.

Parece que está de moda valorar una empresa en función de su ebitda [resultado bruto de explotación]…
El ebitda me gusta porque es una magnitud estable; tomarlo como referencia es una buena idea, pero de ahí a decir que una empresa vale dos o seis veces el ebitda hay mucha distancia. Valorar por múltiplos es como pintar un retrato con un rodillo; será una cara, pero no un retrato. Los múltiplos sirven para comparar, pero no para valorar.

¿Le sorprenden las valoraciones en el ecosistema de ‘start up’ digitales?
Veo operaciones que no entiendo. Hay inversiones que no sé si se justifican, porque cuesta descubrir el modelo de negocio de algunas empresas. Para mí, lo esencial no es la propuesta que la firma hace al mercado; eso es una parte, pero la inversión debería justificarse por los resultados económico-financieros. Un primer filtro clarísimo es si estas start obtienen o no facturación. Me gustaría saber cuantas de estas compañías llegan a los 100.000 euros en un plazo de tres años; sospecho que el porcentaje es muy bajo.

¿Le ha planteado ya alguien pagar una operación con criptomonedas?
Todavía no. Pero es un término engañoso, porque no hablamos de monedas, sino de derechos de uso. Un token no deja de ser un vale, como cuando vas a la feria y compras fichas para subir a una atracción.

De la abogacía a las finanzas corporativas
Jordi Blasco llegó al mundo de las finanzas corporativas a partir de la abogacía. “El gran problema de los abogados – comenta – es que tienen alergia a los números”. Por eso, tras estudiar la licenciatura de Derecho en la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), fue completando su formación económico-financiera con cursos en Eada, IESE y en la propia UAB. Amante del arte – el nombre de su firma no es casual – , le gusta comprar pinturas de autores emergentes y también es aficionado a la música. Cuando estudiaba, tocaba la batería acompañando a músicos y bandas, y llegó a crear un sello discográfico. Después de trabajar en la firma de fusiones y adquisiciones ONEtoONE Capital Partners, creó en 2008 su propia consultora en este ámbito, que forma parte de la red internacional M&A Worldwide.

La disciplina del capital riesgo
Entre las últimas operaciones asesoradas por ARS está la compra de una participación mayoritaria en el fabricante catalán de equipos para el sector cervecero Tubing Food por parte de la firma de capital riesgo Espiga Capital. Blasco dice que una ventaja del capital riesgo es que “tiene un objetivo muy claro: compran ahora para vender a cuatro o seis años a un valor superior y eso solo se consigue haciendo crecer la compañía”. Los fondos – añade – pueden ser exigentes, pero aportan disciplina de gestión y disciplina financiera, y contribuyen a que las decisiones se tomen de forma razonable”. En cambio, “a veces en las empresas familiares las decisiones no están justificadas desde el punto de vista financiero y de creación de valor y en las grandes multinacionales en ocasiones hay mucho politiqueo interno y luchas de poder”, advierte.

Martes, 13 de febrero de 2018
www.expansion.com/catalunya

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Socio fundador de la  consultora de fusiones y adquisiciones ArsCorporate y del bufete Blasco Sellarès Legal + Tax, Jordi Blasco Arasanz (Barcelona, 1962) rebate algunos apriorismos en torno a la compraventa de empresas y se muestra escéptico ante las cifras que alcanzan algunas inversiones en start up.

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